Es increíble cómo padres amantes de sus hijos no pueden ver el sufrimiento emocional y el daño educativo que produce el no ser capaz funcionar juntos como padres cuando la pareja se ha roto. Nadie puede negar que sus hijos son lo que más quieren, pero los conflictos, los sentimientos de rivalidad y el propio sufrimiento emocional de los adultos nubla la visión de los efectos en los menores dependientes de ellos, no solo económicamente, sino emocionalmente.A veces nombramos como factor de gran riesgo en los niños el que sus padres estén separados, pero es erróneo. Lo fundamental es cómo encaren la organización del cambio de vida, cómo se lo presenten al menor, el sentimiento de seguridad que le puedan transmitir con el cambio...Si lo hacen cuidando estos detalles, puede ser un alivio a meses e incluso años en el que los hijos sienten temblar bajo sus pies su realidad, con una incertidumbre eterna de lo que va a ser su vida, mejor o peor, pero la única que conocen. Si tienen una información adecuada a su edad, se evitan las terribles fantasías, a veces ayudadas por historias, películas sobre padrastros y madrastras malvados, abandonos de niños, sentimientos de culpabilidad...con la que rellenan la falta de noticias, que por otro no demandan, dado que intuyen que son fuente de sufrimiento.
Entendamos de lo que estoy hablando. Lo mejor para los menores es que sus padres estén unidos, en paz, y enseñándoles un modelo de familia en el que se respire amor y cuidado de unos por otros. Si no es asi, merece la pena luchar por ello y usar todos los medios incluso profesionales, como la terapia de pareja.
Pero si la decisión tomada por los padres es terminar con la pareja, recuerden que si hay hijos, estarán unidos como padres, o así debiera ser, por el bien de ellos. Si es difícil gestionar este nuevo orden de vida, acudan a Mediación familiar. Nadie perderá, todos ganarán en los acuerdos que se tomen para organizar la nueva relación. Merece la pena,¿ No os parece?
