domingo, 29 de mayo de 2016

Comunicaciones a los padres

Siempre he dicho que mi problema es que no soy capaz de desechar ningún ámbito de la psicología. Me gusta y disfruto aprendiendo en todos los campos, y esto desde que empecé a estudiarla, hace ya 33 años. Incluso cuando se es testigo de mucho sufrimiento en ocasiones, la satisfacción del servicio en estas situaciones, el conocer y empatizar con tanta gente estupenda supera con creces todos los esfuerzos.
Pero hay cosas que no se aprenden en cursos o libros, sino que es fruto de la experiencia, y hace tiempo que tengo deseos de escribir algo sobre las ocasiones en que realizando mi trabajo, no puedo evitar producir emociones y sentimientos negativos muy fuertes, de las que me enorgullece que el tiempo no haya logrado hacerme  insensible.
Es parte de mi trabajo que no me resulta nada agradable, pero que es ineludible  por responsabilidad profesional y a pesar de ser lo menos grato  de mi profesión, es otra forma de ayuda. Se trata de informar a los padres respecto a un hijo cuando en la evaluación realizada hay resultados que indican la existencia de necesidades educativas especiales o específicas. Es muy frecuente, sobre todo si no son muy pequeños los menores, que se nieguen, incluso que se indignen, y descarguen su ira contra quien le da la noticia. Piensan que si fuera cierto, ya lo habrían notado.¡Creemos que conocemos a nuestros propios hijos y a veces es una ilusión, y no vemos lo que no queremos ver!
Al tratarse de menores en desarrollo, siempre hay la esperanza de que los síntomas, la dificultad, vayan desapareciendo con el tiempo. Y en cierto sentido, asi es, hasta terminar el desarrollo no se puede considerar nada completamente definitivo, pero no se disipa, ya que cuando se llega a este punto, la necesidad de tomar medidas para el bien del menor es patente. Dejar el momento de la comunicación para el final del desarrollo supondría desperdiciar un tiempo valioso para luchar para conseguir el mayor nivel de funcionalidad en todos los ámbitos de su vida.
Después, la preocupación, el hundimiento, y el desahogo con frecuencia, incluso con las personas contra las que desataron su ira fruto de la frustración, porque el hijo o hija no eran lo que esperaban. En este momento, sienten que pueden confiar, pues dijeron lo que nadie se atrevió, pero quizás muchos sospecharon, o vieron claro.
Aunque hay que responsablemente comunicar  la noticia  cuando se tenga la suficiente certeza de las necesidades especiales, con frecuencia los síntomas pueden variar en el tiempo, llegando incluso a variar de diagnóstico. Por esto, es importante hacer sobre todo, hincapié en las necesidades que vaya presentando en cada momento, más que en el nombre del cuadro que lo pudiera definir.
Si el progreso en la aceptación de la noticia en los padres es positivo, después de una primera fase, frecuentemente de ira, o negación, a veces sentimientos de culpa y autocastigo y depresión, empezarán a preguntarse. ¿Ahora qué se puede hacer?, y huirán de los primeros pensamientos que con frecuencia producen un bloqueo hacia la acción positiva para mejorar el desarrollo de su hijo o hija.
Si inician este primer camino, buscando todas las posibilidades para ayudar a su hijo o hija, para que pueda desarrollarse lo mejor posible, para potenciar todas sus posibilidades, contactando con otros padres en esta situación, la mayor información hará que los miedos disminuyan y acepten a su hijo tal y como es, entendiendo que su esencia no es el problema que acaban de descubrir, y es el mismo hijo o hija estupendo  de antes de la mala noticia. Solo que ahora son conscientes de cómo ayudarle mejor.
Por tanto, yo distinguiría cuatro fases de forma general;
1.- Ira- Negación.
2.- Depresión, culpa
3.- Activación.
4.- Aceptación
Este proceso puede ser muy rápido, o muy lento y doloroso, e incluso a veces y por desgracia, no pasa de la segunda fase, pero es importante que se inicie con una mala noticia, y es responsabilidad de los profesionales el darla, y entender que esta labor es valiosa, difícil, y casi nunca reconocida.